Dicen que el mundo es para valientes. Que en la actualidad, los adultos logran salir adelante, mas allá de los inconvenientes de la vida actual. Sin embargo, hay un miedo que paraliza a muchos y los mantiene a raya. Cada vez son menos las parejas que formalizan, cada vez es mayor el miedo al compromiso.


Cada vez son menos las parejas que formalizan, cada vez es mayor el miedo al compromiso.

¿Valientes? Los hombres tienen fama de ser los valientes, los reyes de los desafíos y los enfrentamientos. No hay situación peligrosa que un varón asuma temer: vértigo, peligro, velocidad, violencia… ellos supuestamente se la bancan más. Pero hay una situación con la que arrugan más que la mayoría de las mujeres, y es a pasar de una “historia con romance”, a una relación seria.
A veces, este temor a dar el siguiente paso, puede ponerlos en la situación de perder a la mujer que aman, teniéndose que arrepentir cuando ya es demasiado tarde.

“Mi novio huía del compromiso. Yo me daba cuenta. Cada vez que salía el tema del futuro, de vivir juntos, o cosas así, él cambiaba el tema o lo evadía. Él sentía que si formalizábamos, yo le iba a cortar la libertad. Que me iba a tener que pedir permiso para todo…” comenta Ana, de 29 años, estudiante de Psicología. “Yo lo solucioné mostrándole que yo también tenía mi vida, mis amigos, mi carrera y que no necesitaba estar todo el tiempo con  él. A los hombres les gus-ta saber que te pueden contener y proteger; pero no se bancan que no puedas vivir sin ellos”.

La mayoría de los hombres que temen el compromiso es porque no quieren perder su libertad.  Les gusta salir con sus amigos o hacer sus cosas sin tener que pedir permiso para hacerlo.  No quieren perder su espacio personal y se preguntan si serán capaces de asumir el compromiso de tener relaciones sexuales con una sola pareja.  Algunos han sido quemados, porque sienten que las mujeres van tras su dinero,  y los están usando. Algunos han sido engañados en el pasado.

Solas, en las buenas y en las malas, las mujeres suelen temer al compromiso porque antes lo han pasado mal. Han jugado y han perdido.
“Yo me clavé dos veces en relaciones que me salieron pésimo. Los dos, me engañaron. Ahora no quiero saber nada de compromisos, le dedico tiempo a mis hijos, a salir adelante, y si aparece alguien, será para divertirme, pero pareja formal, no quiero mas”, comenta Sabrina, de 35 años, empleada administrativa.

Una mujer con el corazón roto, puede intentar evitar otra historia triste y dolorosa, y teme a comprometerse una vez más.

En la sociedad actual hay un gran número de mujeres que es-tán solteras. Hace unos años era algo inaudito. Una mujer tenía que casarse y procrear: ser una solterona no estaba bien visto. Podemos preguntarnos si el temor al compromiso, o la intención de no comprometerse, no haya sido una cuestión también del pasado, pero solo que ahora se practica más abiertamente.

“Si vos ves las fotos de los abuelos y tíos viejos cuando se casaban… para mí no necesariamente había mujeres felices. Era algo cultural. No te podías escapar del asunto. Miedo al compromiso, las mujeres lo han tenido siempre, sólo que ahora, sale a la luz porque ninguna mujer se casa obligada por la presión social o familiar”, reflexiona Laura, maestra de 41 años.

Algunas mujeres también le temen al compromiso porque el mandato social, exige cada vez más. Ya no solo deben casarse y tener hijos. Ahora una mujer para ser exitosa  debe serlo en su profesión, ser madres ejemplares, buenas amas de casa y mejores amantes. Sostener todo eso se convierte en algo apabullante, y por lo tanto, el compromiso es un tema del que muchas prefieren zafar.

No sos vos, soy yo. Otro temor que tienen los que huyen del compromiso, es que no puedan ser la pareja perfecta para el otro: al principio o más superficialmente, se sienten capaces de atraer, pero creen que van a decepcionar a la pareja si llegan a tener más trato, o a convivir. Algo que también asusta, es pensar que ya no se podrá tener sexo, sino con una sola pareja.

“Mi marido era un pirata hasta que empezó a noviar conmigo. Todas nuestras peleas, eran porque él no quería renunciar a sus ‘fatos’…  Fueron peleas terribles, porque yo no quería ser una cornuda”, relata Marina, de 37 años, comerciante.

Otro temor es a que el otro o la otra cambien. “Yo veía a mi suegra, y no hablo sólo del físico, y temblaba. Era una mina gruñona, quejosa, mal humorada. Y ella por ahí tenía arranques así. Yo no estuve nunca seguro. Mirá, hace unos meses la vi, después de muchos años de que rompimos, y era el calco de la madre… Creo que no me equivoqué”, dice sonriente Raúl, de 48 años, contador.

Fobia al anillo. Muchos hombres y mujeres creen que quieren establecer relaciones sólidas, pero a la hora de la verdad, tienen un gran miedo a la intimidad. Si bien se manifiestan románticos y seductores, cuando alguien se acerca con algún grado de interés... huyen despavoridos. Viven en constante conflicto: sueñan con una pareja, pero en cuanto la encuentran se escapan; tienen miedo de ser abandonados, pero al mismo tiempo evitan sentirse atrapados.

“Yo conocí a un tipo que al principio de la relación hizo lo imposible por conquistarme. Era extremo: regalos, serenatas, súplicas y hasta llegó a llorar presionándome para que me comprometiera con él. Y en cuanto lo consiguió... se empezó a borrar y a decirme que lo ahogaba sentirse atrapado en una relación”, comenta Silvina, de 45 años, ama de casa. “Lo peor es que cuando yo me volvía atrás, me retiraba, entonces él arremetía. Estaba loco… quería pero no quería… ¡qué sé yo! después el me dijo que su sicólogo le había dicho que era fóbico al compromiso… yo lo saqué de mi vida”.

Mujeres que asustan demasiado. En la actualidad, las mujeres aparecen ante los hombres como muy fálicas, poderosas, tanto que parece que no necesitan de un varón. Es la mujer actual, llena de capacidad de hacer y ánimo de independencia. Y esto repercute en que muchos hombres les “escapen”. Muchos hombres les temen más a estas mujeres que al propio compromiso.

A ellos les molesta bastante sentir que la mujer no necesita de un varón.

“Ya ni para tener hijos te necesitan. Se van a quedar como única especie en el futuro”, comenta Raúl.

La mujer debe controlar su ansiedad, cuando detecta que hay algo de miedo de su pareja en comprometerse. No pasarse la vida esperando, pero evitar que se  note demasiado que está muy ansiosa por formalizar: sino puede acelerar la huida del varón.

Mejor me quedo con mi mamá. En la actualidad, los hombres sienten que han perdido espacios de poder y decisión. Las chicas hacen lo que desean,  y experimentan mucha libertad.

Además se sienten responsables de seguir siendo el principal sostén  de sus familias cuando las tengan. Y a eso hay que sumarle el rol de padre moderno, que colabora codo a codo con los hijos y las cosas de la casa.

“Yo prefiero vivir solo que en pareja. Es mucha responsabilidad y es un rollo. Acá, solo, tengo mis chicas, mis salidas, me pago mis gustos… Y si se me complicara, me voy con mi vieja. Ahí voy a estar más cómodo que con una mina, que te empieza a reclamar, a exigir, te coarta la libertad, es un rollo”, comenta Germán, de 34 años, jefe de ventas.

Y vivieron felices… Pretender que llegue un hombre que las proteja, les pague los gastos, las hagan felices, etc. etc, es una pretensión fuera de época. Hoy la mujer debe involucrarse en la economía de la pareja, tanto como el varón.

Ahora ambos trabajan, son responsables, quieren tener sus amigos, sus estudios, sus tiempos y ambos deben trabajar para mantener el hogar.

La idea, es que podamos creer que con una pareja, podemos hacer y lograr más que por nuestra cuenta. Juntos es más, sería una buena idea para asumir un compromiso. Planear que ambos cumplan los roles de ser sostenes económicos, de llevar adelante el hogar y los hijos. Y que cada uno pueda mantener los vínculos con sus amigos, continuar sus estudios y los momentos de placer.

La vida con una buena compañía es muy grata. Comprometerse es compartir, y compartir puede hacernos las cosas más fáciles y placenteras. Para formar una familia se deben dejar los miedos atrás y apostar a un proyecto que comienza con la aceptación de dos partes.

 Día a Día